Di Venere e di Marte non si sposa e non si parte...

En el imaginario popular italiano existen días faustos y días infaustos cuya localización movería la mayor parte de los acontecimientos de la vida cotidiana.

 

 Lunes

  • Por lo general, el lunes se considera el peor día de la semana pues es cuando se vuelve a las obligaciones después de los momentos de placer que se disfrutan el sábado y el domingo. Por eso se dice proverbialmente

    Lunedì è san Musone
    (Lapucci, 2006: 616)
    [El lunes es san Morros]

    Il lunedì è fratello della domenica
    (Lapucci, 2006: 616)
    [El lunes es hermano del domingo]

    que indica que, después de los regocijos, siempre llega el pesar.
  • En la creencia popular, el tiempo del lunes puede ser indicador fiable del tiempo que hará en el resto de la semana:

    Brutto lunedì, bella settimana
    (Lapucci, 2006: 617)
    [Lunes malo, semana buena]

  • Existen también algunas supersticiones populares relacionadas con el primer día de la semana. Según algunas creencias, el primer lunes del mes sería peligroso porque en esa fecha nació Caín. Lo mismo se dice del último lunes de diciembre, que se identifica con la fecha de nacimiento de Judas (T. Moretti, Santo Spirito di Bari, 1946).
  • Según la cábala, los sueños que se hacen el lunes y el martes anuncian o predicen la verdad (D. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1941). En el refranero italiano se halla una paremia que relaciona el lunes y el martes con el mundo de los sueños:

    Sogni di lune e sogni di Marte
    se non son veri lo sono in parte
    (Lapucci, 2006: 663)
    [Sueños del lunes y sueños del martes
    si no son verdaderos lo son en parte].

7.3. Martes

  • Por una parte, el martes se considera un día afortunado siempre que la entrada de la luna coincida con el primer martes después del novilunio (D. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1941). Esta creencia queda reflejada en la paremia

    Quando la luna ha un marte
    è buona per tutte l’arte
    (Lapucci, 2006: 616)
    [Cuando la luna tiene un martes
    es buena para todos los oficios]

    conocida también en la forma

    Di luna al primo marte
    si fanno tutte l’arte
    (Lapucci, 2006: 616)
    [Cuando la luna está en el primer martes
    Se hacen todos los oficios].

  • Sin embargo, tiene mucha más difusión la creencia —confirmada por todos nuestros informantes— según la cual no es aconsejable casarse y dar comienzo a cualquier tipo de oficio el martes y el viernes:

    Né di venere né di marte
    non si sposa né si parte
    (né si dà principio all’arte)
    (Lapucci, 2006: 1232)
    [Ni el viernes ni el martes
    no se casa ni se parte
    (ni se da comienzo al oficio)]

    conocida también en la forma

    Di Venere e di Marte non si sposa e non si parte40
    (Lapucci, 2006: 1232)
    [El viernes y el martes no se casa y no se parte]

    La razón de la asociación del martes y del viernes como días poco propicios para las salidas y las bodas no es del todo clara. Lapucci (2006: 1233) ofrece algunas posibles explicaciones: por una parte, aduce el hecho de que el martes, siendo el segundo día de la semana, representaría un comienzo con cierto retraso, desfasado respecto al principio natural de las cosas que sitúa en el lunes; otra explicación hace coincidir la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra en martes. Más probable, en la opinión del paremiógrafo italiano, que la asociación del segundo y quinto día de la semana dependa de la unión de los dioses de la antigüedad que dieron su nombre a estos días, Venus, la diosa del amor, y Martes, dios de la guerra. La maldición que cayó sobre las dos deidades determinaría la consiguiente calificación del martes y del viernes como días ominosos. Es posible también individuar una razón religiosa de la implicación nefasta de estos dos días: la noche entre el martes y el miércoles se celebraría la Última Cena de Jesús con sus discípulos y el viernes coincidiría con la Pasión y muerte de Jesús. Por este motivo, junto al martes y al viernes, el miércoles se suele considerar día aciago para las bodas y los oficios.

7.4. Miércoles

  • Según una conocida superstición, no debería haber bodas el martes y el miércoles para no causar la ruina en la futura familia (Véase 7.3. Martes).
  • Una antigua creencia considera el miércoles el último día útil para llevar a cabo obligaciones y programas de trabajo (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939). Esta creencia queda reflejada en la paremia

    Mercoledì, settimana finita
    (Lapucci, 2006: 689)
    [Miércoles, semana terminada]

    conocida también en la variante

    Mercoledì dentro, settimana fuori
    (Lapucci, 2006: 689)
    [Miércoles dentro, semana fuera]

  • El miércoles, asociado a la luna, presagia tormenta, hielo, ruina (D. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1941). Lo dicen también las paremias:

    La luna di mercoledì è peggio che tempesta e gelo
    (Lapucci, 2006: 689)
    [La luna el miércoles es peor que tormenta y hielo]

    Luna mercurina
    tutto il cielo ruina
    (Lapucci, 2006: 689)
    [Luna el miércoles
    todo el cielo arruina].

7.5. Jueves

  • Al igual que el miércoles, el jueves no es un buen día para realizar proyectos laborales. Por lo general, el jueves da la impresión de que la semana se haya acabado y lo que no se consigue terminar en ese día quedará para la semana siguiente (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939). Muy significativas, en este sentido, las siguientes paremias:

    Giovedì
    quel che non è fatto resta lì
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Jueves
    lo que no está hecho ahí se queda]

    Venuto giovedì, finita la settimana
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Llegado el jueves, acabada la semana]

    con la variante

    Giovedì arrivato, settimana finita
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Jueves llegado, semana acabada]

  • El jueves está relacionado también con los fenómenos atmosféricos. Por lo general se dice que, observando el tiempo que hace en ese día, es posible pronosticar el tiempo del resto de la semana (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939), como queda confirmado en las siguientes paremias:

    Quando di giovedì il sole insacca
    prima di domenica sole o acqua
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Cuando el jueves está nublado
    antes del domingo sol o lluvia]

    Quando il sol insacca in giove
    non è sabato che piove
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Cuando está nublado el jueves
    no hay sábado con lluvia]

    Se giovedì se ne va col cappello in testa
    piove prima che venga la festa
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Si el jueves se va con el gorro en la cabeza (nublado)
    llueve antes de que llegue la fiesta (el domingo)]

  • De los que nacen el jueves se dicen que están siempre en el medio (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939). La misma idea se encuentra en las siguientes paremias:

    Giovedì dimezza [sparte in mezzo] la settimana
    (Lapucci, 2006: 507)
    [El jueves divide [parte en el medio] la semana]

    Chi nasce di giovedì è sempre nel mezzo
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Quien nace el jueves está siempre en el medio]

    Giovedì e curiosi stanno sempre nel mezzo
    (Lapucci, 2006: 507)
    [Jueves y curiosos siempre están en el medio]

7.6. Viernes

  • Al igual que el martes, el viernes es un día aciago, en el que se desaconseja casarse, salir de viaje o empezar cualquier oficio. Todos nuestros informantes lo confirman. Además, lo demuestra una paremias supersticiosa que tienen todavía gran arraigo en el imaginario popular:

    Né di venere né di marte
    non si sposa né si parte
    (né si dà principio all’arte)
    (Lapucci, 2006: 1232)
    [Ni el viernes ni el martes
    no se casa ni se parte
    (ni se da comienzo al oficio)]

    conocida también en la variante

    Di Venere e di Marte non si sposa e non si parte
    (Lapucci, 2006: 1232)
    [El viernes y el martes no se casa y no se parte]

    Existe también una paremia que relaciona el viernes al comienzo de una obra u oficio:

    Chi comincia l’opera di venerdì
    O gli va male o la lascia lì
    (Lapucci, 2006: 1233)
    [Quien empieza la obra el viernes
    o le sale mal o la deja ahí]

    Otras paremias asocian el viernes con determinados fenómenos meteorológicos o con determinadas festividades del calendario cristiano:

    Meglio che vada una città in cenere
    che la luna faccia in venere
    (Lapucci, 2006: 1233)
    [Más vale que una ciudad se haga cenizas
    que la luna nazca el viernes]

    Se piove il venerdì santo
    piove maggio tutto quanto
    (Lapucci, 2006: 1233)
    [Si llueve el viernes santo
    llueve todo el mes de mayo]

    Pioggia di venerdì,
    bella domenica
    (Lapucci, 2006: 1233)
    [Lluvia el viernes
    bueno el domingo]

    Pioggia di venerdì
    non dura un dì
    (Lapucci, 2006: 1232)
    [Lluvia el viernes
    no dura un día]

    y la paremia antónima

    Venerdì promette e mantiene
    (Lapucci, 2006: 1232)
    [El viernes promete y mantiene]

    según la cual el viernes daría comienzo a un período negativo en cuanto al tiempo y en cuanto al influjo negativo que lo convierte en un día aciago.
    En lo que respecta a la explicación racional de este miedo innato hacia el viernes véase 7.3. Martes.
  • El viernes es un día triste pues recuerda la Pasión y muerte de Cristo. Por este motivo se desaconseja entregarse a fiestas y diversiones en ese día. De lo contrario, días funestos son de esperar (T. Moretti, Santo Spirito di Bari, 1946). Esta creencia queda reflejada en la paremia

    Chi ride di venerdí piange di domenica
    [Quien ríe el viernes llora el domingo]

    conocida también en la variante

    Chi ride di venerdí piange per tre dí
    [Quien ríe el viernes llora durante tres días]

  • El día funesto por excelencia, ya lo hemos anunciado, es el viernes diecisiete. Lo más supersticiosos procuran no salir y no emprender nuevas actividades ese día del año que, por suerte, sólo cae en algunos meses y no todos los años el diecisiete coincide con un viernes. Italia es, que sepamos, el único país que considera el viernes diecisiete un día aciago. Para más detalles véase 6.7. Diecisiete.
  • Contrariamente a todo lo dicho anteriormente, el diecisiete es un buen día para nacer. Según la creencia popular, quien nace el viernes tendrá buen carácter (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939), como afirma la paremia

    Chi nasce di venerdì è senza fiele
    (Centini, 2000=2003: 89)
    [Quien nace el viernes es sin hiel].

7.7. Sábado

  • El sábado es el día dedicado a la magia. En la antigüedad se decía que las mujeres debían procurar no dejar ropa tendida el sábado para que las brujas no le echaran el mal de ojo (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939). En la actualidad esa creencia se ha perdido y el sábado es el día más apreciado de la semana, preludio del día de fiesta: el domingo.

7.8. Domingo

  • El domingo es el día consagrado a Nuestro Señor, día de fiesta y de descanso y se dice que se dice que trae mala suerte trabajar ese día:

    Lavorare di festa non porta fortuna
    (API 02.04.08a.02; BM, V.5.5.2.5)
    [Trabajar de fiesta no trae buena suerte]

    más que nada porque

    La domenica si riposò anche il Signore
    (Lapucci, 2006: 340)

    [El domingo descansó hasta el Señor]

    De todos modos, la idea general es que

    Chi nasce di domenica non ama lavorare
    (Lapucci, 2006: 340)
    [A quien nace el domingo no le gusta trabajar]

  • De los que nacen de domingo se dice que serán afortunados (M. C. Sardelli, San Vito dei Normanni, 1939). Lo confirma la paremia

    Chi nasce di domenica ha sette fortune
    (Lapucci, 2006: 340)
    [Quien nace el domingo tiene siete fortunas]

    Según Maria Concetta Sardelli (San Vito dei Normanni, 1939) es muy importante acertar en la elección del día de la boda para obtener éxito o fracaso en la futura unión. En la creencia popular, el lunes, el martes, el miércoles y el domingo son días propicios para las uniones. En especial, el lunes traería buena salud y fortuna a la novia y el martes sería portador de riqueza. En cambio, el jueves, el viernes y el sábado son días nefastos, en los que se desaconseja contraer matrimonio.

 Números

Los números tienen una fuerte carga simbólica, sobre todo en la cultura italiana donde la interpretación cabalística de los números está en la base del vivir cotidiano de la gran mayoría de la gente que intenta dar un significado a las coincidencias de la vida, a acontecimientos que parecen casuales, pero que siempre conllevan algo misterioso que permite relacionarlos con las líneas del destino que ya está trazado para cada uno de nosotros. En la mentalidad meridional, poco o nada existe de azaroso y casual. Todo tiene su sentido y su razón de ser. Y si no se encuentra a la primera, el italiano medio intenta buscar esa relación íntima entre los sucesos cotidianos y el camino que nos corresponde en el grande libro. Como se puede observar, estas creencias están al límite entre el sentido común y la herejía. La religión no apoya determinadas actitudes del hombre pero eso no quita que el hombre siga en su tentativa de encauzar sus duda y miedos en la interpretación cabalísticas de los números.

Existen muchas otras creencias que hacen que determinados números se consideren afortunados o desafortunados, sobre todo si asociados a determinados días de la semana o a algunos eventos o actividades en concreto (Véase 19. Sueños). Vamos a presentar a continuación una serie de números vinculados a determinadas supersticiones, intentando explicar su origen y sus repercusiones en la vida cotidiana de la gente común.

6.2. Dos

  • El dos es el número asociado a los cuernos. Por lo general, la gente cree que trae mala suerte regalar parejas de objetos precisamente porque el que recibe el dono lo asociaría inmediatamente a su símbolo cabalístico: los cuernos. Por eso, si se quiere obsequiar a una mujer con flores, se le regala una rosa o una margarita pero nunca se le ocurriría a un hombre obsequiarle dos rosas. Como mucho pasaría directamente a tres flores o a un ramo de un número impar de flores (M. A. S., Padova, 1979).

6.3. Tres (Tercero)

  • El tres es un número positivo. Se considera el número perfecto, pues se asocia a las tres personas de la Santísima Trinidad. De este modo, todo lo que está relacionado con este número adquiere una especie de halo benéfico y es bien visto en el imaginario popular. (M. A. S., Padova, 1979).

6.4. Cuatro

  • El número cuatro, según la simbología cabalística, representa el ataúd, y, en concreto, el ataúd vacío. Por eso se cree que el número cuatro trae mala suerte y, siempre que sea posible, se procura evitar las ocurrencias de este número en las actividades de la vida cotidiana (M. A. S., Padova, 1979).

6.5. Siete38

  • El número siete tiene un significado especial en el imaginario italiano. Es creencia común que, en el ciclo de la vida humana, el séptimo año conlleve un cambio en el estado de la persona. Por eso, en el caso de los matrimonios, se habla de la crisis del séptimo año (T. Moretti, Santo Spirito di Bari, 1946).
  • El aura nefasta que envuelve el número siete lo convierte en un número aciago, pues recuerda los siete años de expiación que le tocan a quien mata un gato, así como los siete años de desgracia que caen al que rompe un espejo o derrama la sal (Véanse 1.24. Espejo, 4.24. Gato y 11.24. Sal).

6.6. Trece

  • El número trece se incluye entre los números afortunados en el juego. En efecto, en la numerología el trece es el número que asegura la victoria en la quiniela, el famoso totocalcio en el que cada semana el pueblo italiano es capaz de llegar a jugarse medio sueldo apostando por los equipos que ganarán los partidos que se contienden el título cada fin de semana del campeonato nacional. De ahí que fare tredici indique el beneficio económico conseguido jugando al totocalcio y, en una acepción figurada, todo tipo de beneficio o ventaja recibida, así como el conseguimiento de una situación ideal que evidentemente favorece el que la llega a disfrutar. Tanto es verdad que, con el paso del tiempo, se ha ido creando colgantes y pequeños amuletos que representan el número trece y que los más supersticiosos suelen llevar encima para alejar la mala suerte39.
  • A la interpretación positiva de este número hay que añadir su valor más oscuro y temible que lo asocia a la mala suerte. Por ejemplo, en Italia el trece es un número aciago cuando está relacionado a los convidados a una mesa. En principio, se dice que cuando se organiza una comida, se debe procurar evitar sentar trece personas en la misma mesa porque trae mala suerte. De hecho, no existen vasijas de trece piezas, sino que el número de platos se limita a doce (R. Sardelli, Mesagne, 1981; G. Taranto, Gioia del Colle, 1983; F. Franchino, Taranto, 1978). Esta superstición derivaría del episodio bíblico de la Última Cena, cuando Jesús se sentó en la mesa con sus doce discípulos y anunció que uno de ellos lo iba a traicionar. Uno de ellos: el décimotercero de los hombres sentados en esa mesa. De ahí que en la actualidad nos hayamos quedado con la idea de que el número trece no trae mala suerte cuando se habla de gente sentada en la mesa.

6.7. Diecisiete

  • En la antigüedad, los latinos aconsejaban la elección del día diecisiete del mes como día afortunado y consideraban el cinco un día aciago (Di Nola 1993=2006: 20). En la actualidad, a diferencia de lo que ocurre en otras culturas, para los italianos el diecisiete es el número nefasto por excelencia. Tal vez, la razón de la asociación del número diecisiete al mal agüero reside en algún acontecimiento celebrado en ese día, a saber, una peste, una carestía, un terremoto, etc., eso es, un evento trágico que tuvo que dejar una huella en la memoria de todo el pueblo italiano, aunque hoy en día se ha perdido su rastro y sólo nos queda la creencia, universalmente asumida entre los italianos, que el diecisiete es un número infausto, sobre todo si asociado al viernes (Véase también 7.6. Viernes). Quizás la razón de la elección del viernes como el día nefasto se arraiga en la creencia cristiana que coloca en ese día la pasión y muerte de Jesús. De ahí que, en los pueblos pequeños de la península, se siga practicando la abstención de la carne todos los viernes de la Semana Santa y que se prohíba participar en fiestas y bailes en ese día (T. Moretti, Santo Spirito di Bari, 1946).
    Digamos que, por lo general, el número diecisiete asusta a los más supersticiosos que llegan a encerrarse en casa el viernes diecisiete para no incurrir en desagradables sorpresas. También se han dado casos de gente que se ha negado a ocupar el asiento diecisiete en trenes o aviones, con lo cual, algunas compañías aéreas han optado por eliminar la fila diecisiete, pasando directamente de la dieciséis a la dieciocho. Lo mismo ocurre en algunos restaurantes, que se han visto obligados a quitar la mesa diecisiete puesto que ningún cliente se atrevía a cogerla.
    Si lo pensamos bien, se trata simplemente de sugestiones, ideas que tenemos metidas en la cabeza y que nos empujan a actuar de forma irracional. Pero es lo de siempre: non è vero, ma ci credo!

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